Para el movimiento existencialista, el ser humano es,
radicalmente, libertad (es decir, la libertad es la característica
propia y esencial del ser humano); y esta libertad hace a cada
persona diferente de todas las demás; por tanto, no pueden
existir valores ni normas morales universales válidas para todos
y, consecuentemente, nadie puede decirnos lo que debemos
hacer, cómo debemos comportarnos; los consejos son inútiles
y cada cual, quiera o no quiera, tiene que decidir él solo sus
obligaciones morales (somos libres a la fuerza).
Ahora bien, si la libertad radical de cada persona es la
única fuente y el único fundamento de todas sus decisiones, de todos
sus valores y de todas sus obligaciones, entonces la propia libertad
constituye el supremo valor de la vida humana o, lo que es lo mismo,
no existe ningún valor superior a la propia libertad, lo importante es
decidir libremente.
De esta manera, podemos llevar una vida auténtica o una vida inauténtica.
Llevamos una vida inauténtica cuando renunciamos a nuestra
libertad y nos refugiamos en la muchedumbre, en la masa; en esta situación,
el ser humano hace lo que se hace, piensa lo que se piensa, decide
como se decide y vive como se vive. Entre los filósofos existencialistas
cabe destacar a Martin Heidegger, Karl Jaspers y Jean-Paúl Sartre.
Like a tu blog. Me quedó en claro que la libertad está en nosotros queramos o no, y que debemos usarla correctamente en nuestras acciones. Aunque creo que faltó aclarar algo sobre el libertinaje, que es usar la libertad irresponsablemente.
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