UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA
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viernes, 7 de mayo de 2021
jueves, 29 de noviembre de 2018
Problemas Eticos y Problemas Morales
Los conflictos morales que se nos presentan difieren entre sí conforme
a su grado de generalidad, su alcance y el nivel de reflexión que
demanda su solución. Mientras los problemas éticos se caracterizan por
su generalidad, los problemas morales son los problemas particulares que se nos plantean en la vida cotidiana.
Los problemas éticos son de
orden filosófico, es decir, tienen que ser fundamentados en el campo
moral, y son universales dentro de ese campo; por su parte, los problemas
morales demandan del individuo la aplicación correcta de una norma
moral y por ello son individuales.
Los problemas éticos son generales en tanto se ocupan de estudiar
lo que se concibe filosóficamente como “bueno”, “justo”, “valioso”,
etc., en cambio, los problemas morales se dice que son específicos, ya
que aluden a situaciones dilemáticas que se nos presentan en la vida
cotidiana, lo que significa que ante una dificultad tenemos que decidir
por una u otra solución .
Un ejemplo de problema ético es cuando nos preguntamos si debemos
decir siempre la verdad o existen circunstancias humanas que
justifican mentir; en cambio, estamos ante un problema moral, en el
caso de un hijo que tiene que decidir si debe o no informar a su madre
de que está enferma de cáncer.
Etica del discurso
La ética del discurso viene siendo una de las últimas teorías
éticas que se han construido en el ámbito de la filosofía, e
incorpora las aportaciones de dos de los más grandes filósofos
del momento: Karl- Otto Apel y Jürgen Habermas.
A continuación presentaremos las ideas centrales expuestas
por Yolanda Angulo y Mauricio Lugo,22 con nuestras
propias incrustaciones e interpretaciones, en torno a esta
nueva concepción ética, de la cual hemos expuesto algunos
de sus planteamientos en apartados anteriores.
La ética de Apel y Habermas retoma los aportes más
relevantes de la filosofía del siglo XX, y ha sido desarrollada entre los dos con acuerdos y desacuerdos.
Sin embargo, aunque con
distintas motivaciones, el punto de partida para ambos es que la ética,
como todo discurso humano, se construye intersubjetivamente.23 De
ahí el título de “ética del discurso”, “de la comunicación” o “discursiva”.
Esta última, de acuerdo con Apel, “remite a una forma especial de
comunicación —el discurso argumentativo— como medio de fudamentación
concreta de las normas... ”24 En este sentido, para determinar la validez
de una norma moral, ésta tiene que ser el resultado del consenso
establecido de forma argumentativa entre los sujetos afectados en la
aplicación de la misma.

Ética existencialista
Para el movimiento existencialista, el ser humano es,
radicalmente, libertad (es decir, la libertad es la característica
propia y esencial del ser humano); y esta libertad hace a cada
persona diferente de todas las demás; por tanto, no pueden
existir valores ni normas morales universales válidas para todos
y, consecuentemente, nadie puede decirnos lo que debemos
hacer, cómo debemos comportarnos; los consejos son inútiles
y cada cual, quiera o no quiera, tiene que decidir él solo sus
obligaciones morales (somos libres a la fuerza).
Ahora bien, si la libertad radical de cada persona es la
única fuente y el único fundamento de todas sus decisiones, de todos
sus valores y de todas sus obligaciones, entonces la propia libertad
constituye el supremo valor de la vida humana o, lo que es lo mismo,
no existe ningún valor superior a la propia libertad, lo importante es
decidir libremente.
De esta manera, podemos llevar una vida auténtica o una vida inauténtica.
Llevamos una vida inauténtica cuando renunciamos a nuestra
libertad y nos refugiamos en la muchedumbre, en la masa; en esta situación,
el ser humano hace lo que se hace, piensa lo que se piensa, decide
como se decide y vive como se vive. Entre los filósofos existencialistas
cabe destacar a Martin Heidegger, Karl Jaspers y Jean-Paúl Sartre.
Ética marxista
La ética marxista, más que desarrollar un código moral de derechos y
deberes, ha tendido a poner de relieve las injusticias económicas y sociales,
y a predicar la actividad revolucionaria para conseguir la igualdad social.
Desde la perspectiva del marxismo, el sistema
capitalista divide a los seres humanos en dos grupos
heterogéneos y rivales, a saber: por una parte, los ricos,
los dueños de los medios de producción o capitalistas,
por otra, los pobres, los trabajadores o proletarios. En
esta situación, los capitalistas dominan y explotan a los
proletarios.
Ahora bien, los capitalistas no se limitan a dominar
y a explotar a los proletarios, sino que, además, tienden a
elaborar una serie de ideales, valores y normas defensoras
de sus situaciones y de sus privilegios. Pero frente a
ellos, los proletarios, cobrando conciencia de su injusta
situación, irán desarrollando otros ideales, otros valores
y otras normas favorables a sus intereses.
Surgen así dos éticas antagónicas, una ética conservadora
y defensora del sistema capitalista, y otra
ética revolucionaria; esta última, rechazando aquel
sistema, intentará establecer la igualdad entre los seres
humanos.
A este respecto, Marx cree que mientras dure la
dominación capitalista, el proletario poseerá la obligación moral de cobrar conciencia de su situación (conciencia de clase) y de
contribuir a la lucha revolucionaria (lucha de clases).
Ética moderna
Emmanuel Kant
Este eminente filósofo del siglo XVIII rechazaba todas las éticas anteriores,
porque eran éticas heterónomas, es decir, porque derivaban
las normas y los deberes desde campos ajenos a la propia dimensión
moral y racional de las personas. Dichas éticas partían de la existencia
de un fin último (como la felicidad, el placer, la perfección, Dios, etc.)
y a partir de este fin derivaban los contenidos morales (indicaban qué
normas y qué actos eran buenos y qué normas y qué actos eran malos).
Kant, en cambio, defendió una ética autónoma. Según esta última,
nuestros deberes no se nos pueden imponer desde ningún fin real ni
ideal, y tampoco es posible derivarlos desde los usos o desde las prácticas
cotidianas.
Utilitarismo inglés y pragmatismo americano
Tanto las teorías utilitaristas como las pragmatistas elevan a categoría o
fin último de la vida la utilidad y el éxito.
El inglés J. Bentham (1748-1832) afirmaba que la felicidad de las
personas coincide con la satisfacción de sus deseos e
intereses. Ahora bien, el interés bien entendido nos exige
preocuparnos, también, por nuestros prójimos y vivir
en buena armonía con ellos, pues las relaciones amables
con nuestros semejantes son útiles, es decir, fuentes de
alegrías, satisfacciones y placeres.
Ética Cristiana
- San Agustín (354-430) rechazó el intelectualismo moral de los griegos y basó su Ética en la religión cristiana, la cual se encuentra profundamente influida por la religión y, durante los dos últimos milenios, ha orientado el comportamiento moral de buena parte de los seres humanos.
- Santo Tomás de Aquino (1225-1274) fue un filósofo cristiano que, siguiendo el pensamiento de Aristóteles, intentó hacer compatible el intelectualismo griego con la doctrina cristiana las personas, gracias a sus facultades cognoscitivas (conciencia, ración, inteligencia), descubren sus deberes siguiendo las exigencias (las indicaciones) de la Ley M oral N atural Es decir, existe una Ley M oral Natural, que es conocida por todas las personas y que nos indica cómo debemos comportarnos, qué debemos hacer.
Ahora bien, la Ley Moral Natural, por servir de fundamento
a la razón y a los deberes naturales, sólo puede
indicar al ser humano su finalidad natural; pero no puede
enseñarle su finalidad última y suprema; de ahí que, en
último término, sea necesario recurrir a la religión y a las
enseñanzas religiosas. Según esto, pues, la finalidad suprema
y la auténtica felicidad humanas sólo pueden ser otorgadas
por Dios.
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